miércoles, 20 de mayo de 2009

Tres irracionalidades del sistema español

Tres irracionalidades del sistema español

Francisco Parra Luna - 20/05/2009

No puede negarse que el sistema español es una rara avis. Exhibe, como ningún otro, tres características capaces de transformarse en trampolines hacia una más rápida salida de la crisis.

l La prestación por desempleo. Cumple un papel social imprescindible cuando el paro no pasa de un 8% o 10% de la población activa. Es una irracionalidad intrínseca del sistema (pagar por no hacer nada), pero es un derecho justo del parado que además resulta económicamente soportable. Mas cuando el paro supera estos niveles, entonces afloran dolorosos costes económicos, sociales y políticos. Y cuando supera niveles del 17% y se prevé llegar hasta el 20% en 2010, como en España, el clima social se hace ya insoportable. Y si además se constatan necesidades objetivas en el país, que van desde hacer un mayor esfuerzo en I+D+i hasta construir hospitales para reducir días de espera, por no decir mil deficiencias más, entonces hasta el absurdo entra en escena con una pregunta que asombra: ¿por qué no se emplea el dinero de la prestación en costear nuevos puestos de trabajo para cubrir estas necesidades? Y aún más, ¿por qué existe este conformismo social de dilapidar cantidades que pueden superar los 30.000 millones de euros anuales en España cuando podrían dar trabajo a cerca de un millón de parados? Alguien tendría que explicar de dónde nos viene esta actitud absurdamente malgastadora que no tiene parangón con ningún otro pueblo europeo. Más aún, incluso los estudiosos preocupados por nuestro paro, nunca, que sepamos, utilizan esta prestación como posible fuente financiera para crear empleo productivo. ¿Qué explicación tiene esta actitud teórica permisiva hacia la dilapidación?

l El fraude fiscal. Es la segunda irregularidad flagrante del sistema. Nos referimos a la llamada economía sumergida o negra que en España parece alcanzar un nivel de entre el 20%-25% de nuestro PIB, mientras que en Francia o Alemania oscilaría entre un 5%-7%. Diferencias que deberían hacernos reflexionar siquiera sea porque asumimos ser europeos en lo económico, lo moral y lo cívico.

¿Y por qué causas, dado nuestro nivel de paro, tampoco acudimos nunca a una reducción de este fraude como otra posible fuente financiera? Las causas serán múltiples, pero por citar una, resulta que la ratio de contribuyentes por inspector es de 1.290 en España mientras que en Europa es de 300. Lo que ya es un síntoma. En todo caso de un cierto desequilibrio entre dos valores de nuestro sistema que se potencian mutuamente: el de conocimiento y el de justicia distributiva, ya que cuanto menos se produce del primero, menos del segundo y viceversa. Aunque sólo fuera por mero imperativo ético, no resulta aceptable que unos puedan defraudar mientras que otros paguen lo suyo, más lo que defraudan los demás. Lo que queda en evidencia es que no alcanzamos todavía la categoría de país fiscalmente serio. Y posiblemente sea este hecho objetivo lo que hace que nuestras cabezas pensantes no se planteen la posibilidad de reducir el fraude fiscal ni siquiera cuando serviría para crear empleo productivo.

l La deuda pública. Los conceptos de deuda y endeudamiento tienen una bien ganada fama de males a evitar: hay que devolver el montante debido, pagar sus intereses, entrar en una lista de deudores, cuando no de morosos, o ser mal vistos por las dichosas agencias de rating.

Pero a veces, endeudarse es el único recurso para quienes, con ideas y sin capital, puedan iniciar actividades productivas como en el conocido caso de los microcréditos. Y no poco es el mérito de elaborar un proyecto empresarial viable y tener que pedir dinero hasta poder conseguirlo. El concepto de endeudamiento debería pues relativizarse y nos ahorraríamos muchos juicios precipitados sobre la maldad intrínseca del mismo. En España, por ejemplo, con un paro desbocado, con cosas por hacer y con una deuda pública baja (50% del PIB frente al 60% que permite la UE), el tema debería ser replanteado y nunca despachado con las ideas tópicas al uso: "el país está ya muy endeudado", etcétera. Porque de esta forma trivializamos el debate y velamos los márgenes de maniobra que tiene el Estado. Antes de pronunciarse sería preciso especificar la naturaleza y fines de cada deuda concreta. Lo que implicaría tres cálculos: montante de la deuda; plazo de amortización e intereses a pagar, y rentabilidad final del proyecto. Y si los números aconsejan endeudarse, hagámoslo, pero no adoptemos apriorismos negativos indiscriminados.

Reflexiones que nos llevarán a servirnos de estas tres fuentes financieras en tanto que recursos ociosos para crear empleo productivo (hay un modelo que lo demuestra) y aminorar los efectos de la crisis.

Francisco Parra Luna. Catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid

viernes, 27 de marzo de 2009

Un modelo axiológico para salir de la crisis

Un modelo axiológico para salir de la crisis

Francisco Parra Luna - 27/03/2009

Han aparecido dos maneras básicas de enfrentarse a la crisis. La mayoritaria, que la ve como meramente económica (paro, euríbor, déficits, PIB...) y la minoritaria, como axiológica o desequilibrio del sistema de valores practicado. Para la primera, ya proponga medidas neoliberales o keynesianas, no hay solución a corto plazo, y concretamente para España sostiene que apenas le quedan márgenes de acción. Para la segunda, sin embargo, España está en una situación privilegiada por confluir en ella tres diferencias: la mayor tasa de paro, la economía menos competitiva y los mayores recursos financieros ociosos.

De un análisis axiológico de la situación española para 2009-2012 (determinando los niveles comparables en salud, riqueza material, seguridad, conocimiento, libertades, justicia distributiva, conservación de la naturaleza, calidad de las actividades y prestigio moral, que da lugar a un perfil axiológico determinado) se desprenden, entre otros desequilibrios, cuáles son los tres recursos financieros disponibles cada año: procedentes del fraude fiscal (unos 36.000 millones de euros); de la prestación por desempleo (30.000 millones), y si resultara necesario complementar con una posible emisión de deuda pública (20.000 millones). Pero con estos medios conjuntados no cuenta nadie, y así, ahondando en los desequilibrios del sistema, se permite que se defraude al fisco o dilapidar una enorme prestación por desempleo sin contrapartida útil.

¿Qué puede hacerse? Nuestro modelo propone ocho pasos urgentes y prácticamente simultáneos.

- Inyectar liquidez financiera al sistema con cuatro medidas: del ICO directamente a ministerios, autonomías y ayuntamientos para que paguen sus deudas; del ICO vía cajas de ahorros a empresas y familias; de la banca a empresas y familias haciendo que cualquier ayuda a la banca sea proporcional al crédito solvente previamente concedido, y decretar que los periodos de pago no pasen de determinados días o se carguen intereses.

-Llevar a cabo una reforma fiscal pro competitividad haciendo que la reducción en IAE + Sociedades + Seguridad Social de empresas + impuesto a automóviles pequeños equivalga al incremento en el tramo alto del IRPF + impuesto de lujo + impuesto de gasolinas + IVA, consiguiendo así limitar el déficit al 3%.

- Evaluar los puestos de trabajo potenciales y sus efectos sobre el PIB. De los 2.830.000 estimados en nuestro modelo para el periodo 2009-2012, se introducen sólo 540.000 netos para 2009, lo que proporcionaría ya un incremento del PIB del 0,7% (frente al último pronóstico del -3%.). Puestos de trabajo que si para 2009 prevalecen los de menor formación, para los años sucesivos hasta 2012 (en total 1.050.000) prevalecerían los ocupados en los cuatro sectores pro competitividad: I+D+i, energías renovables + nuclear, TIC e infraestructuras de transportes, logrando un 13% de crecimiento acumulado del PIB en 2012.

- Demostrar que la sinergia del modelo permite conceder tanto a patronales (menos coste por despidos, más congelación salarial) como a sindicatos (menos fraude fiscal más IRPF) lo que justamente les beneficia, en virtud de la situación de juego suma no cero en la que se encuentra España, donde cesiones de unos y otros multiplicarían sus beneficios mutuos. Algo así como -2-2=4.

- Legislar un presupuesto estatal complementario para 2009-2012 que dé cuenta de la utilización de los nuevos recursos financieros en la creación de los puestos de trabajo contemplados en los 15 sectores del modelo.

- Iniciar la reforma del sistema educativo de forma que ponga a los futuros profesionales españoles entre los mejor formados.

- Sobre estas bases, celebrar un pacto social donde Gobierno, patronal, sindicatos y PP se comprometan a colaborar hasta superar la crisis.

- Implementar el modelo con la decisión y autoridad requeridas. Lo exige la gravedad de la situación, la bochornosa tasa de paro y los problemas de millones de españoles.

Ya está bien de no decidirse a coger al toro por los cuernos adoptando los dos métodos que resultan imprescindibles para afrontar la situación: primero, el sistémico, hasta convencerse de que serán escasamente útiles las medidas parciales si desde el principio no se contempla el conjunto, como los recursos ociosos o la nueva actitud que engendraría el pacto social. Y segundo, el axiológico, mediante el cual no se pueden seguir ignorando las consecuencias éticas del fraude fiscal o las disfuncionales de la prestación por desempleo, mientras que estamos a la cola en Europa en camas de hospital, o en I+D+i con miles de jóvenes licenciados en paro. Porque algo deberíamos tener muy claro: o movemos el timón nacional con el abanico del sistema de valores (perfil axiológico) a la vista, o no sabremos ni dónde estamos ni hacia dónde vamos.

Francisco Parra Luna . Catedrático emérito de la Universidad Complutense, coordinador del equipo UCM-UPM-UAM