miércoles, 20 de abril de 2011

Cuatro errores de la política económica en España

CUATRO ERRORES DE LA POLÍTICA ECONÓMICA EN ESPAÑA

Por Francisco Parra Luna, Catedrático Emérito UCM (parraluna3495@yahoo.es)

Los fenómenos complejos, como la actual crisis económica, deberían ser contemplados, no solo por los profesionales especializados, sino por otros estudiosos y desde perspectivas diferentes. Por ejemplo, el análisis llamado “axiológico” (por tratar de “valores”), forzosamente realizado por un equipo multidisciplinar, puede aportar nuevas luces y hacernos comprender la verdadera enjundia de la crisis. Aunque para ello es preciso establecer algunos requisitos metodológicos previos.

El primero es definir un “Espacio Internacional Comparable” (EIC) válido para situar a España donde le corresponde. Sabido es que no hay nada grande o pequeño, bueno o malo, sino “en comparación con…”. España, pues, necesita compararse con un grupo de países que por nivel de desarrollo, geografía e historia le sirvan de espejo en quien mirarse, de “grupo de referencia sociológico” al cual parecerse. Grupo de países válido para comparaciones sistemáticas en evitación de compararse, ahora con unos, ahora con otros, según convenga a cada autor o discurso, lo que por desgracia abunda. Propongo, pues, que el EIC para España esté compuesto por los diez países siguientes: Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Holanda, Bélgica, Suecia, Austria, Dinamarca y Finlandia. Un mínimo rigor científico en las comparaciones exige esta medida, quede en el lugar que quede España.

Entrando en materia y como bien sabemos, desde 2008 nuestro país presenta, quizás en los cuatro indicadores más básicos de cualquier economía, unos resultados poco envidiables por no decir “bochornosos” entre los países EIC. En la primavera de 2011 éstos son:

1. El paro más alto (20,5%)

2. El déficit comercial más elevado (-4 % de PIB)

3. El crecimiento más débil (0,1 % PIB)

4. La inflación más alta (3,5%)

¿Por qué nuestra economía está tan mal?. ¿Por qué causas los economistas españoles no parecen ser capaces de corregirla como sí se ha logrado en los países EIC?.

Mi hipótesis personal es que, aparte el mayor peso de la “economía del ladrillo” en España, característica que ya quedó asumida en 2008, y que se negó al principio la existencia de la crisis, se habrían venido cometiendo desde entonces cuatro errores principales, a saber: no partir del “sistema de valores” que explica la economía; no hacer valer la “diferencia española” ante organismos y mercados; no proponer un modelo global cuantificado; y permanecer anclados dentro de un esquema teórico obsoleto. Intentaré explicarlos brevemente:

Primero: NO PARTIR DEL SISTEMA DE VALORES

Desde una perspectiva esencialmente humanista no parece que exista nada más importante que situar nuestro análisis dentro del “sistema de valores” en el cual vivimos. Lo cual necesita una pequeña explicación introductoria sobre el origen del análisis axiológico. Necesario será para ello revenir sobre las teorías de las necesidades humanas si estamos de acuerdo con el antropólogo C. Kluckhonn(1), cuando enuncia que el “valor” no es sino el reverso de la medalla de la “necesidad”. Necesidades que, al menos desde Maslow en los 1970s, quedaron enumeradas en su conocido esquema: Fisiológicas, de Seguridad, Afiliación, Reconocimiento y Autorrealización, lista inicial que, aunque incompleta, ha venido sirviendo de base teórica para posteriores desarrollos. Lógicamente, ya desde el comienzo de las ideas sobre un primer Derecho Natural con Aristóteles, Cicerón…., y otros posteriores como Tomas de Aquino y Francisco de Suarez a partir del siglo XIII, fueron perfilándose los derechos humanos universales que, además de dar origen a la moderna Axiología (la ciencia de lo “bueno” o “valioso”) con Ehrenfels, Meining y Brentano…, seguidos después por Max Scheler y Nicolai Hartmann entre otros, termina modernamente tomando cuerpo oficial y político con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU en 1948, así como por posteriores aportaciones teóricas más recientes (Laswell y Deutsh en Ciencia Politica, el movimiento de los indicadores sociales en Sociología con Bauer y Gross, von Neumann y otros en Ecconomia, Rawls en Filosofía, y en general todos los autores que posteriormente han tratado el tema de las necesidades/valores sociales como Doyal y Gough(2), Heller(3), Mendez(4), y van-Neef(5) entre los que me modestamente me cuento (6). Concretamente, el esquema con el que vengo trabajando, especie de resumen de las aportaciones anteriores, se compone de los nueve valores siguientes de carácter universal en respuesta a las respectivas “necesidades” universales del ser humano, y que en este caso y para simplificar se representa por los siguientes indicadores empíricos:

VALORES PRIMER INDICADOR

1.Salud (S) Esperanza de vida

2.Riqueza Material (RM) Renta per capita

3.Seguridad (Se) Prestación por Desempleo

4.Conocimiento (C) I+D+i

5.Libertad (L) Indice Transparencia Internacional

6.Justicia Distributiva (JD) Paro

7.Conservación de la Naturaleza (CN) Indice Desempeño Ambiental

8.Calidad de las Actividades (CA) Paro

9.Prestigio Moral (PM) Deuda Pública

Dichos nueve valores forman lo que llamo “Patrón Referencial de Valores” (PRV) cuyas dos principales características son: primera, que debe incluir cualquier apetencia, necesidad, impulso o deseo (bueno o malo, racional o irracional) que pueda sentir una persona humana en no importa qué tiempo y espacio; y segunda, que forman un sistema interrelacionado donde cualquier variación en uno de ellos afecta en grado variable a los demás. Se trata por tanto de enumerar un número limitado de necesidades/valores universales muy enraizados en el concepto de derecho natural de donde parten, frente a la innumerable cantidad y variedad de las necesidades/valores que por el mundo son y que llamaríamos “culturales”. Patrón cuyo único papel es medir la “calidad de vida” de individuos, pueblos y sociedades y sin el cual no sería posible. Obsérvese como el paro, dada su importancia, afecta inevitablemente a dos de los valores.

Definido mínimamente tanto el “Patrón de Valores” a utilizar como su función, deduzcamos la posición española en base a los datos empíricos disponibles ( ), lo que puede hacerse si situamos los niveles en una escala 0-100 estandarizada para todos los valores. Se concederá entonces el nivel “100” al país que presente el mejor dato y “0” al que presente el peor, situándose los demás países proporcionalmente en porcentajes dentro de ese intervalo común. Así, en el valor “Salud” (S) fig. 1 corresponde el nivel 100 al país EIC con superior “Esperanza de Vida al nacer” (en esta caso Francia con 81 años) y “0” al país que ocupa el último lugar. (en este caso Dinamarca con 78,3 años) y con España en una posición relativamente alta (80 años). Mientras que en el valor “Riqueza Material” corresponde 100 a Holanda (40.718 $) y “0” a Italia (31.909 $) y con España en una posición baja (32.545 $) y muy próxima a Italia, y así sucesivamente con los nueve valores( ). Se trata, pues, de situar la posición relativa de España entre los diez países del EIC, valor por valor, o indicador por indicador, lo que, según los datos manejados ( ), proporciona el perfil axiológico de la fig. 1.

Fig. 1

En resumen, la fig. 1 muestra como España ocupa una posición muy baja (penúltima) en “RM” y absolutamente la última en “C”, “JD” y “CA”, éstos dos últimos debido al paro laboral. . Posición que define un “sistema de valores” altamente desequilibrado y nada envidiable dentro del contexto EIC.

¿Cómo puede atacarse la crisis económica española desde un tal perfil?. ¿O acaso piensa el economicismo en boga que se puede dirigir una economía sin disponer de este perfil a la vista?. ¿Podría acaso intentarse una solución a los problemas económicos sin conocer su estructura?. ¿Cómo se podría lograr a la vez “horizontalizar” y elevar el perfil sabiendo que esa sería la única manera seria y verdadera de salir de la crisis?. Las posiciones tan extremas que marca España están en verdad sugiriendo medidas bastante diferentes a las que se suelen recomendar o adoptar. Porque en definitiva la pregunta correcta no sería: “¿qué economía tenemos?”, sino que ¿qué sociedad tenemos?. Ahí está la clave del problema.

Parece, pues, claro que la estrategia debe consistir en elevar los valores “Riqueza Material” (ocuparnos del crecimiento económico pero por creación de empleo, dada la estructura del perfil); “Conocimiento (potenciando la I+D+i y el sistema formativo); Justicia Distributiva (reduciendo el paro, los bonos y sueldos exagerados y reforma fiscal progresiva); y la “Calidad de las Actividades, (reduciendo el paro e incrementando la participación en el trabajo). Y todo ello a costa de ahorros en el Valor “Salud (co-pago de ciertos servicios y medicamentos); Seguridad (minoración de la prestación por desempleo); Libertad (reducción de la economía sumergida, fraude fiscal, corrupción y otras carencias de regulación) y Prestigio Moral (Incrementando la deuda pública, si fuera necesario, dada nuestra posición en el perfil). Estos serían los cambios fundamentales en forma resumida. Es decir, se trata de reequilibrar el perfil horizontalizándolo y elevándolo al mismo tiempo logrando que el área bajo el mismo hasta el eje de abcisas resulte mayor. No existiría mejor política posible.

Siendo así, ¿qué significado profundo tendría entonces la actual crisis más allá de las consabidas dificultades económicas?. ¿No sería más bien un problema de método y de diseño?. ¿No resultaría más conveniente cambiar la clásica función economicista “Paro=f(Economía) por su contraria: Economía=F(Paro) y hacer de la creación de empleo la variable independiente sobre la que actuar?. ¿Y no sería el problema más ético que económico?. Por ejemplo, ¿resulta moral y funcionalmente aceptable que se concedan los grados de libertad y desregulación requeridos para que casos como los de Gescartera, Ballena Blanca, Marbella, Forum-Afinsa, Gurtel, CAM, Chaves, sueldos y bonos millonarios en la Banca y tantos otros excesos que puedan producirse?. ¿Puede un país salir de la crisis cuando los políticos parecen pensar más en sus posiciones personales que en los votantes que les eligieron?. ¿Y pueden los políticos disponer de los instrumentos teóricos y metodológicos necesarios cuando los mismos técnicos adoptan, al parecer por pura comodidad o desidia, principios económicos obsoletos o inadaptados a la crisis actual en España?. Se explica que con tan bajo perfil técnico y moral dominando nuestra estructura económica presentemos en la prensa internacional las bochornosas credenciales de los cuatro indicadores básicos. Si queremos salir de la crisis al mismo ritmo que los países EIC, o al menos comprender la naturaleza profunda de nuestra crisis, lo primero que tenemos que hacer es analizar nuestro perfil axiológico y descubrir por qué causas no somos capaces de equilibrar y elevar el perfil de la fig. 1 tal y como lo han hecho, p.e., los países escandinavos. Bien es cierto que ello implica un cierto esfuerzo: el que comienza con la humildad de reconocer los límites e insuficiencia del enfoque economicista al uso para salir de la crisis.

Segundo: NO HACER VALER LA DIFERENCIA ESPAÑOLA ANTE ORGANISMOS Y MERCADOS

Este segundo error es a corto plazo tan grave como el primero. Al sufrir un paro tan excepcionalmente elevado, nuestra política económica no debería limitarse a seguir meramente las normas emanadas de la UE u otros organismos internacionales. Cuando los países del EIC sufren tasas de paro que oscilan entre el 6 y el 8% y cuando además gozan de una renta per capita superior, se comprende que puedan seguir pagando prestaciones por desempleo incluso más elevadas. Pero cuando se sufre una tasa del 20% y con una renta per capita menor, entonces hay que hacer algo más, bastante más de lo que aconsejan los organismos internacionales que no suelen salirse de la conocida “ortodoxia” de facilitar los despidos, reducir salarios y minorar gasto publico. Porque estas medidas son seguramente apropiadas para dichos países, pero insuficientes para España que presenta nítidamente además otros desequilibrios.

Porque no solo sufrimos esta diferencia tan decisiva, sino que le añadimos otras dos más. La primera consiste en constatar una cantidad enorme de puestos de trabajo “pro-competitivos” o tecnológicos que están potencialmente vacantes en nuestro país, lo que precisamente explica nuestra balanza comercial negativa y en particular el tradicional déficit de nuestra balanza por royalties y patentes, cuyas ventas apenas vienen cubriendo el 30% de las compras por este concepto. Y la segunda, consiste en gastarnos ingentes cantidades de dinero, como por ejemplo los más de 30.000 millones de euros/año entregados a los desempleados a cambio de no hacer nada, entre otros capítulos despilfarradores como el excesivo gasto público, derroche autonómico, fraude fiscal, economía sumergida, subvenciones obsoletas, etc. Este triple desequilibrio (Paro, Necesidades, Dilapidación) viene a representar una “insostenible triada” de irracionalidad que no se produce a tales niveles en ningún país, no ya EIC, sino del mundo. Y no hay mas que ojear las estadísticas internacionales para constatarlo.

Y por último, otra diferencia decisiva: no ver que nuestro problema es de crecimiento, no de deuda. Nos acentúan desde el exterior, y acentuamos sumisamente, que nuestro nivel de endeudamiento (público o privado) es la causa de nuestros males, cuando no hay razones objetivas para ello, ya que España se encuentra en mejores condiciones que los demás países EIC ( ). Con crecimiento las deudas se amortizan, sin crecimiento crecen, y así lo dicen ya numerosas voces autorizadas, y últimamente, hasta el FMI ( ).

Tercero: NO PROPONER UN MODELO GLOBAL CUANTIFICADO DEL SISTEMA ESPAÑOL.

El economicismo dominante no parece ser capaz de presentar la multitud de medidas tomadas, anunciadas o necesarias dentro de un modelo global cuantificado de política económica a corto y medio plazo, suficientemente integrado en lo teórico y en lo ideológico, y expuesto de manera suficientemente convincente como para proporcionar el grado de confianza que necesita el país. Se conoce ya un buen número de medidas adoptadas por el gobierno que, como se ve, no parece que vayan a cambiar los malogrados cuatro indicadores básicos. Y aún mayor es el número de medidas de todo tipo que se proponen por organismos y estudiosos (p.e., 100 economistas, FAES, FEDEA, Círculo de Empresarios, Fundación Ideas, colectivo “Ganar 2012”, etc.) todas ellas lógicas y seguramente acertadas individualmente consideradas, pero enunciadas en la cómoda forma “hay que…”, “hay que….” y sin ningún enlace teórico con el resto. Pero las medidas, para ser tomadas en serio, exigirían como mínimo tres requisitos: estar interrelacionadas en un modelo teórico previo, estimadas cuantitativamente, y sobre todo calculadas sus influencias en un modelo global que demuestre su viabilidad y equilibrio. La norma sería, antes de sugerir una medida, relaciónela con las demás, cuantifíquela y calcule su resultado final sobre el conjunto.

¿Tan difícil resulta esta triple operación puesto que no se ve formulada por ninguna parte?. Como dije, mas bien es una cuestión de método. Y si no, vease p.e. el siguiente guión en cinco pasos:1, formar un equipo multidisciplinar e inter-ideológico; 2, definir el “sistema de valores” en el que se basa la crisis; 3, diseñar un sistema interrelacionado de medidas a tomar ; 4, estimarlas cuantitativamente; y 5, simularlas dentro del modelo adecuado y calcular sus resultados más probables. Fases que además pueden ser técnicamente consensuadas por medio de los “acuerdos intersubjetivos forzosos” que permite una metodología como la Delfos ( ). Pero no parece que el neoliberalismo actual esté interesado en los modelos globales que exige cualquier planificación racional a corto o medio plazo,. Y es que desde el fracaso de los planes quinquenales soviéticos, muchas veces se “tira al niño con el agua de la bañera”.

Cuarto: PERMANECER ANCLADOS EN UN ENFOQUE TEÓRICO OBSOLETO.

Por último, y como es sabido, el neoliberalismo continua potenciando la libertad de las personas por pensar que así producen más para bien general de la sociedad, y seguramente con cierta razón, pero olvida que redistribuye peor la renta, contamina más el ambiente, provoca pelotazos financieros inasumibles y se muestra impotente antes las crisis económicas que los mismos principios neoliberales producen, terminando por presentar así un perfil axiológico muy parecido al de la fig. 1. Especie éste de pensamiento único que quedó asumido por los poderes económico-financieros desde la hecatombe de la URSS y que está impregnando la cadena académico-institucional responsable de la economía actual “urbi et orbi”. Lo que se trasluce, por parte de los estudiosos, en una apatía general hacia la innovación teórica y hacia un conformismo inocuo que califica de “ortodoxos” algunos principios de dicho pensamiento enunciados cual religiosos mantras (p.e. su crítica de las rigideces laborales y el gasto público), y de “heterodoxos” los que proponen nuevos enfoques (p.e., una reubicación funcional de la masa monetaria ( ) o una nueva modelación por “sistemas complejos” ( )). Lógicamente no falta la literatura crítica tanto en el exterior ( ) como entre los economistas nacionales ( ) ante este conservacionismo teórico. Y puesto que se aprecian grietas notables en dicho pensamiento, bien podrían los economistas españoles preocupados por los cuatro indicadores básicos atreverse a revisar críticamente sus planteamientos teóricos, pero parece que el poder de las instituciones que inspiran o financian sus actividades ( grandes Bancos y Empresas, Institutos de Estudio, Fundaciones, Mass Media, etc) ejercen una tan velada como eficiente presión sobre sus voluntades que acalla cualquier conato de rebeldía teórica, ya te dediques al análisis financiero, a la econometría, a la historia económica o al mero comentar de datos y tendencias . Y es que desde la perspectiva de estos centros de poder, o estás con ellos o contra ellos.

Y el resultado, hasta la primavera del 2011, y a pesar de algunos signos insuficientes de mejora (los “spreads” respecto a Alemania y una débil recuperación del PIB) continuamos como hundidos en el círculo vicioso del modelo A de la fig. 2, donde el economicismo rutinario no puede sino provocar una inercia teórica que a su vez implica la correspondiente inercia institucional para terminar realimentando el retraso en salir de la crisis.

(Fig. 2)

Lo que por el contrario se precisa, como muestra la figura, es la humildad de reconocer los límites del economicismo actual para casos como el español (Modelo A), y pasar lo antes posible a un modelo como el B que exigirá imaginar e innovar nuevas estrategias y enfoques teórico-metodológicos, que permitan, a partir de contemplar multidisciplinariamente el “sistemas de valores” explicativo de la crisis, proceder a la serie de operaciones metodológicas descritas (sistemicidad, especificación y cuantificación) y llegar así a generar en la población la CONFIANZA necesaria, tanto en el modelo técnico, como en la voluntad y capacidad de los políticos para implementarlo. Pero hay que reconocer que se trata de un cambio tal de perspectiva teórica por parte de los técnicos que, mas que esfuerzo necesita ciertas dosis de elasticidad mental que bien podrían resultar insuficientes.

En base a superar estos cuatro errores supuestamente cometidos, nuestro equipo multidisciplinar (compuesto por 15 profesionales: sociólogos, economistas, empresarios, consultores, ingenieros,…), ha elaborado el Modelo Axiológico-SETCU que proyecta una salida más rápida de la crisis y cuyos resultados cuantitativos previsibles pueden verse en dos libros publicados en 2010, ( ).

Y quiero terminar como empecé. Admitiendo que puedo o podemos estar equivocados. Pero que sea el inteligente lector quien diga si los responsables (teóricos y prácticos) de la política económica seguida en España desde 2008 vienen cometiendo o no los cuatro errores citados. Y si no los estuvieran cometiendo, sólo puedo pedir perdón al lector por haberle hecho perder su tiempo.

Francisco Parra Luna, Catedrático Emérito UCM (Coordinador del equipo MULTIDIS)

miércoles, 13 de abril de 2011

Lo que España necesita es una regeneración

LO QUE ESPAÑA NECESITA ES UNA REGENERACIÓN

Por Francisco Parra Luna, catedrático Emérito UCM (parraluna3495@yahoo.es)

Duele que a España se le continúe citando, a pesar de los últimos esfuerzos, como una economía en peligro de rescate financiero y que sigamos estando incluidos en el grupo de los “periféricos” poco fiables si no a punto de quiebra. De ahí que se haya llegado a decir en los momentos más negros y posiblemente con razón: “Que nos rescaten de una vez” (1), tal ha sido y es el clima de incertidumbre existente. Sin embargo, combinando los indicadores más en uso internacionalmente, España no presenta cifras como para temer un tal rescate. Utilizando por exigencias de método sólo los diez países que formarían nuestro “grupo de referencia” o “Espacio Internacional Comparable (EIC)”, y atendiendo a la suma de Déficit Público (2) y Deuda Pública (3), los datos para 2010 en porcentaje del PIB son: Reino Unido 78,3; Austria 71,5; Bélgica 105,8; Francia 85,4; Alemania 76,9; Italia 120,8; Holanda 66,5; España 62,9; Dinamarca 46,7: y Suecia 43,1. Como se ve ningún gobierno se salva del endeudamiento público pero la posición de España es relativamente mejor.

Atendiendo ahora a la Deuda Externa Total (Gobiernos, Empresas y Hogares), -y aunque se trata de un indicador de significado más dudoso por el efecto de las multinacionales- los datos, siempre en porcentaje de PIB son (3): Reino Unido 416; Alemania 155; Francia 188; Holanda 470; España, 165; Italia 101; Irlanda 1004; Bélgica 267; Austria 212; Suecia 165; Dinamarca 196; y Finlandia 153. Los datos comparativos pueden verse en la fuente citada.

Tercer factor a comparar es el llamado “Debt Stress Test”(4) que, en términos de los años necesarios para saldar las respectivas deudas públicas, presentó: Reino Unido 18; Austria 10; Bélgica 25; Francia 19; Alemania 18; Italia 50; Holanda 10; España 9; y Dinamarca y Suecia prácticamente “0”. Obsérvese la posición favorable de España ya que según este test podría cancelar su deuda en 9 años.

Transformando estas tres series intervalo en ordinales, lo que permite sumar sus rangos (sin ponderarlas por el momento), tenemos que el riesgo de impago es: 1 Bélgica (mayor riesgo); 2 Francia; 3 Austria; 4 Alemania; 5 Reino Unido y Dinamarca; 6 España; y 7 Suecia (menor riesgo). No resulta comprensible, pues, las reiteradas menciones a la débil posición financiera española y al miedo escénico que provoca. No al menos con estas cifras.

Lo que sucede es que deben pesar también otros factores para que agencias y mercados nos valoren financieramente al margen de estas cifras. Veamos, por ejemplo, las balanzas de pagos por cuenta corriente dada la incapacidad estructural que sugieren para hacer frente a las deudas, y donde los saldos, en porcentaje de sus respectivos PIBs, son (2): Reino Unido -1,7; Alemania 4,9; Francia -1,8; España -3,8; Bélgica 1,2; Italia -3,0; Austria 2,6; Suecia 6,3; Dinamarca 3,8; Holanda 5,9 y Grecia -1,3, destacando, aquí sí, los contrastes entre los países nórdicos (balanzas positivas) y España (la más negativa). Indicador especialmente grave por traducir la débil competitividad de la economía española.

Y los mercados quizás consideren también las perspectivas de crecimiento del PIB para 2011. Si es así, tenemos (2): Alemania 2,6; Reino Unido 1,6; Francia 1,7; Italia 1,1; Holanda 1,8; Bélgica 1,7; Austria 1,8; Suecia 3,9; Dinamarca 2,1; y España 0,6. Y si la economía no crece al ritmo de los demás, se retrocede. Por lo tanto indicador igualmente preocupante.

Y puede que tengan en cuenta también los niveles de paro que, ahora en porcentaje de población activa, son (1): Reino Unido 7,9; Alemania 7,3; Francia 9,7; España 20,2; Bélgica 11,5; Italia 8,6; Austria 5,0; Suecia 8,2; Dinamarca 4,2; Holanda 5,1. Porcentaje español tan saliente que causa sonrojo a propios y extraños.

Transformando estas series en las correspondientes ordinales y sumándolas, tenemos el siguiente orden en términos de perspectivas económicas: 1. España (el rango más cercano a la peor economía); 2 Italia ; 3 Francia; 4 Bélgica; 5 Reino Unido; 6 Austria; 7 Dinamarca ; 8 Alemania y Holanda; y 9 Suecia (el más alejado).

Y extendiendo el posible interés de los mercados en otros aspectos relacionados con los financieros, interesa registrar los “cambios en la competitividad” de las economías, lo que utilizando el “World Competitiveness Index” entre 2005 y 2010, tenemos: Italia (7 puestos ganados en el ranking); Austria 4; Suecia 3; y ya puestos perdidos Bélgica y Holanda -1; España -7; Francia y Alemania -9 y Reino Unido -20.

Otro aspecto institucional que puede estar jugando un papel en la evaluación de la situación española es la “facilidad para hacer negocios” o “Doing Business Index” (5) el cual proporciona los siguientes grados de dificultad: Reino Unido (4); Austria 32; Bélgica 25; Francia 26; Alemania 22; Italia 80; Holanda 30; España 49; Dinamarca 6; Suecia 14; y Finlandia 13; destacando la mala posición de Italia y en menor medida España.

Finalmente, también pueden considerar los mercados -en su papel de prestamistas-, los niveles de corrupción en los diferentes países suponiendo que a mayor corrupción menor seriedad y garantías de cumplimiento de sus obligaciones. Si es así, los datos (6), en grado de cumplimiento legal de 0 a 10, son: Suecia 9,2; Austria 7,9; Reino Unido 7,6; Alemania 7,9; Francia 6,8; Bélgica 7,1; España 6,1; e Italia 3,9, destacando en este aspecto el bajo nivel de Italia.

Transformando también estas tres últimas series en ordinales e integrándolas, se obtiene: 1. España (mayores dificultades); 2 Italia; 3 Francia; 4 Bélgica; 5 Austria; 6 Reino Unido y Holanda; 7 Suecia; y 8 Dinamarca (menores dificultades). Vemos como la situación de España en los términos de estos tres indicadores institucionales es la peor, lo que evidencia la urgente necesidad de ciertos cambios culturales en España.

Hay que subrayar que los indicadores utilizados no siempre resultan creíbles a nivel individual, pero cuando muestran un alto grado de correlación entre ellos no queda más remedio que tomarlos como significativos. Es lo que sucede, p.e., cuando interrelacionamos los siguientes indicadores: “Confianza en los políticos”, “Despilfarro de fondos públicos”, ”, “Transparencia de la política gubernamental”, “Favoritismos en la asignación de recursos”, “Independencia Judicial” o incluso “Comportamiento ético de las empresas” (7), comprobándose que los países nórdicos presentan los mejores resultados, mientras que España aparece en la parte baja de la clasificación superando únicamente a Italia y Grecia. Correlación que revela tanto la fiabilidad general de los datos como cierta lasitud moral en nuestro sistema. Y de ahí arrancan otros indicadores que como la “disponibilidad de créditos”, el “conjunto de las infraestructuras”, la “capacidad de innovación”, la “calidad de la educación”, la “vinculación al mérito”, o la “relación salario/productividad”, donde España siempre aparece en niveles bajos, y terminan cerrando el círculo vicioso en el que se ha instalado nuestra economía.

¿Es acaso lo que se trasluce de estos indicadores culturales lo que más valoran los mercados?. Aún sin tener en cuenta cuantitativamente los últimos indicadores citados, llega el momento de integrar a su vez las tres series derivadas de los 9 indicadores cuantificados según rangos de cercanía al peligro de rescate financiero, para lograr el rango global que permita explicar o comprender mejor por qué agencias y mercados evalúan tan negativamente a España. Realizada esta operación se obtiene el siguiente rango global: 1 España (la economía más peligrosa); 2 Italia; 3 Francia; 4 Bélgica; 5 Reino Unido; 6 Austria; 7 Alemania y Holanda; 8 Dinamarca y 9 Suecia, siendo de lamentar tener que dar la razón a quienes nos critican internacionalmente. Si tendrían que diferenciar entre lo financiero y lo cultural, porque es en este último aspecto donde presentamos peores resultados, lo que incluso agravaría la peligrosidad de nuestra situación.

A partir de este resumido análisis se obtiene la siguiente conclusión: Se pueden utilizar muchos más indicadores cuantificados, pero éstos nueve son suficientes para demostrar la dualidad y causalidad del problema. Los datos financieros de España pueden calificarse de excelentes en términos comparativos. Sin embargo, serían las debilidades de nuestro sistema económico (en crecimiento, en paro y en déficit por cuenta corriente), así como también las consabidas dificultades burocráticas e institucionales (baja competitividad, rigideces comerciales y laborales y corrupción), y sobre todo nuestra lasitud y desidia por encontrar nuestra vía propia de salida de la crisis, lo que pondría a España en el punto de mira de los inversores. Por no hablar de nuestra incapacidad para apreciar desequilibrios específicos tan evidentes como la “insostenible tríada” (“cosas por hacer”, “paro” y “dinero desubicado”) y los excesos del sistema autonómico. Por lo tanto no culpemos a las agencias de “rating” o a la supuesta perversidad de los mercados, sino a nosotros mismos, a nuestra falta de elasticidad teórica para diseñar nuevas estrategias. Es por ello que algunos venimos abogando por un análisis de nuestro “sistema de valores” para identificar las causas culturales profundas de nuestra específica situación económica. Al menos es lo que intentó demostrar el Modelo Axiológico-SETCU para el período 2010-13 en España (8). Y mientras no procedamos a ello, lo que implica una auténtica regeneración mental de nuestros teóricos y técnicos, será extremadamente difícil salir de la crisis a la misma velocidad que los demás países del EIC. Eso, cuando no nos veamos bochornosamente rescatados, o bien estar constantemente en boca de los mercados como candidatos permanentes.

1. Enrique Quemada, en NEGOCIO & Estilo de Vida (21.12.2010).

2. “The Economist, Economic and Financial Indicators”, Nov. 20, 2010.

3. “CIA World Factbook 2009”

4. “IMD World Competitiveness Center, 2010”.

5. “World Bank. Doing Business, 2010”.

6. “Transparency International. Corruption Perception Index, 2010”.

7. “The Global Competitiveness Index. World Economic Forum, 2010-2011”

8. “Para salir de la crisis: un modelo cuantitativo hacia la creación de empleo”, Equipo MULTIDIS, Coord. F. Parra Luna y J.I. Ruiz Rodríguez, Ed. del Serbal, Barcelona, 2010.

viernes, 1 de abril de 2011

¿Crecimiento o desarrollo?

¿CRECIMIENTO O DESARROLLO?

Por Francisco Parra Luna, Catedrático Emérito, UCM

Resulta normal y lógico, dentro del economicismo más bien romo que nos suele inspirar, que se tenga al nivel de “renta per capita” como la variable básica del llamado “desarrollo”, lo que a veces no deja de ser cierto, pero conviene separar ambos conceptos para mejor entendernos. Ya en principio debería decirse que la “renta per capita” tiene solo sentido económico mientras que “desarrollo” incluye otras dimensiones sociales y espirituales perseguidas igualmente por los humanos. De ahí que, disconformes con el uso y abuso del concepto monetario “renta per capita”, se hayan diseñado otros índices que intentan aproximarse a una noción más completa y apropiada de “desarrollo”. Así, el Indice de Desarrollo Humano de la ONU (incluye la esperanza de vida, el alfabetismo, la educación y la renta per capita); el ”Happy Planet Index” (suma de satisfacción subjetiva, más esperanza objetiva de vida, partido por un índice de destrucción ecológica per capita); el “Green Gross Domestic Product” (crecimiento económico partido por consecuencias ecológicas); el “Genuine Progress Indicator” (registra costes por destrucción de la naturaleza, por criminalidad, y por ruptura familiar, entre otros); o el “Gross National Happiness” (que integra los niveles alcanzados en aspectos económicos, ecológicos,físicos,mentales,laborales, sociales y políticos), y ello por no citar algunos otros como el elaborado en Butan llamado “Felicidad Interior Bruta”, o bien algunas expresiones negativas como el Indice de Miseria que suma paro e inflación. Todos ellos debidos a una insatisfacción creciente con la expresión “renta per capita” como indicador que mida universalmente la verdadera calidad de vida.

Y el error no consiste solo en tomar la “renta per capita” como expresión única, sino que se le concede además un poder explicativo que no siempre le corresponde. Lo que da pie a discusiones como la tenida recientemente con mi buen amigo Adolfo Castilla, catedrático de Economía, cuando sostenía el poder determinante superior de la renta per capita sobre cualquier otro factor, por lo que el debate derivó hacia la necesidad de definir previamente lo que significaba “desarrollo” si es que es esto lo que perseguimos. ¿Qué sería, pues, desarrollo?. Surgió entonces lo que vengo llamando “Patrón Referencial de Valores” que incluye los nueve siguientes como respuesta a otras tantas necesidades de carácter universal: Salud (necesidad de buena forma física y mental); Riqueza Material (suficiente renta per capita); Seguridad (frente a contingencias); Conocimiento (dominio de los secretos que nos rodean); Libertad (de movimientos y expresión);Justicia Distributiva (percepción de equidad); Conservación de la Naturaleza (respeto ecológico); Calidad de las Actividades (autodesarrollo personal) y Prestigio Moral (estima social por servicio a los demás). Serie de valores que en mayor o menor grado perseguimos y alcanzamos todos los humanos en nuestra vida cotidiana, lo que se extiende lógicamente a familias, grupos, iglesias, clubs, organizaciones, empresas, ayuntamientos, estados, etc. Donde cada institución se caracteriza por haber adoptado un perfil axiológico (que trata de “valores”) propio. Estaríamos incluso predeterminados a no perseguir otra cosa sino estos valores para poder satisfacer nuestras necesidades (el “valor” es el reverso de la medalla de la “necesidad”, como dijo el antropólogo C. Kluckhohn). Lo que sucede es que cada individuo, grupo u organización suele conceder más peso a unos valores que a otros originando así las ideologías cuando estas opciones se estructuran con arraigo. Y por llevar el caso a lo político, véase como el régimen llamado “Comunista” acentúa mas los valores de “Justicia Distributiva” y “Seguridad” que los de “Riqueza Material” y “Libertad”, mientras que el llamado “Capitalismo” hace exactamente lo contrario: prefiere los valores de “Libertad” y “Riqueza Material” a los de “Justicia Distributiva” y “Seguridad”; resultando los restantes cinco valores bastante menos significativos para diferenciar ambos regímenes. ¿Cual de los dos sistemas políticos es mejor o menos malo?.El que empíricamente alcance un promedio superior entre los nueve valores universales al tiempo que un menor desequilibrio (desviación media) entre sus niveles una vez estandarizados, y esto y no otra cosa sería una noción de “desarrollo” más rigurosamente definida. Manera cuantitativa de análisis que dulcificaría al menos la típica conflictividad que ha ocasionado su gran enfrentamiento histórico.

Y lo que queda por aceptar es que los nueve valores representan un todo sistémico interrelacionado a través de una dialéctica normalmente positiva (a mayor nivel en un valor, mayor nivel en los demás) y excepcionalmente negativa como sucede entre los valores de “Libertad” y “Justicia Distributiva” (a mayor nivel de uno, menor del otro), y cuyo paradigma lo representa el fondo del mar donde la “libertad” es máxima (los peces se mueven a su antojo) mientras que la “Justicia Distributiva” es mínima (el pez grande se como al chico). Inevitable consecuencia ésta que haría retroceder un tanto al propio Adam Smith al constatar, primero que no todo es sólo crecimiento económico; y segundo, que el resto de los valores pueden resultar previos y necesarios para aumentar la riqueza material, como sucede cuando esto no es posible sin una buena salud, sin un respeto ecológico mínimo o sin un desarrollo previo de dos de los valores más olvidados del patrón (“calidad de las actividades” –léase p.e., el paro- y “Prestigio moral”, p.e. el fraude fiscal), razón por la cual nos vemos obligados a inventarnos teorías como la de Responsabilidad Social Corporativa. De manera que conviene dejar claro que lo que nos interesa definitivamente es el concepto de “desarrollo” y que el valor “Riqueza Material” o nivel económico alcanzado, es solo una de las nueve dimensiones que lo compondrían. De ahí la necesidad de la permanente y dinámica re-equilibración más adaptativa e inteligente de todos los valores.

Y solo si somos conscientes de esta dialéctica sistémica conseguiremos una vida colectiva más desarrollada, y el ejemplo que nos proporcionan los países escandinavos (reequilibrando y horizontalizando políticamente los valores de “Libertad” y “Justicia Distributiva” y por ende los de “Riqueza Material” y “Seguridad” ) es quizás el espejo donde deberíamos mirarnos. Y es que muchas veces no hay nada más inteligente que seguir las mejores brechas.