viernes, 1 de abril de 2011

¿Crecimiento o desarrollo?

¿CRECIMIENTO O DESARROLLO?

Por Francisco Parra Luna, Catedrático Emérito, UCM

Resulta normal y lógico, dentro del economicismo más bien romo que nos suele inspirar, que se tenga al nivel de “renta per capita” como la variable básica del llamado “desarrollo”, lo que a veces no deja de ser cierto, pero conviene separar ambos conceptos para mejor entendernos. Ya en principio debería decirse que la “renta per capita” tiene solo sentido económico mientras que “desarrollo” incluye otras dimensiones sociales y espirituales perseguidas igualmente por los humanos. De ahí que, disconformes con el uso y abuso del concepto monetario “renta per capita”, se hayan diseñado otros índices que intentan aproximarse a una noción más completa y apropiada de “desarrollo”. Así, el Indice de Desarrollo Humano de la ONU (incluye la esperanza de vida, el alfabetismo, la educación y la renta per capita); el ”Happy Planet Index” (suma de satisfacción subjetiva, más esperanza objetiva de vida, partido por un índice de destrucción ecológica per capita); el “Green Gross Domestic Product” (crecimiento económico partido por consecuencias ecológicas); el “Genuine Progress Indicator” (registra costes por destrucción de la naturaleza, por criminalidad, y por ruptura familiar, entre otros); o el “Gross National Happiness” (que integra los niveles alcanzados en aspectos económicos, ecológicos,físicos,mentales,laborales, sociales y políticos), y ello por no citar algunos otros como el elaborado en Butan llamado “Felicidad Interior Bruta”, o bien algunas expresiones negativas como el Indice de Miseria que suma paro e inflación. Todos ellos debidos a una insatisfacción creciente con la expresión “renta per capita” como indicador que mida universalmente la verdadera calidad de vida.

Y el error no consiste solo en tomar la “renta per capita” como expresión única, sino que se le concede además un poder explicativo que no siempre le corresponde. Lo que da pie a discusiones como la tenida recientemente con mi buen amigo Adolfo Castilla, catedrático de Economía, cuando sostenía el poder determinante superior de la renta per capita sobre cualquier otro factor, por lo que el debate derivó hacia la necesidad de definir previamente lo que significaba “desarrollo” si es que es esto lo que perseguimos. ¿Qué sería, pues, desarrollo?. Surgió entonces lo que vengo llamando “Patrón Referencial de Valores” que incluye los nueve siguientes como respuesta a otras tantas necesidades de carácter universal: Salud (necesidad de buena forma física y mental); Riqueza Material (suficiente renta per capita); Seguridad (frente a contingencias); Conocimiento (dominio de los secretos que nos rodean); Libertad (de movimientos y expresión);Justicia Distributiva (percepción de equidad); Conservación de la Naturaleza (respeto ecológico); Calidad de las Actividades (autodesarrollo personal) y Prestigio Moral (estima social por servicio a los demás). Serie de valores que en mayor o menor grado perseguimos y alcanzamos todos los humanos en nuestra vida cotidiana, lo que se extiende lógicamente a familias, grupos, iglesias, clubs, organizaciones, empresas, ayuntamientos, estados, etc. Donde cada institución se caracteriza por haber adoptado un perfil axiológico (que trata de “valores”) propio. Estaríamos incluso predeterminados a no perseguir otra cosa sino estos valores para poder satisfacer nuestras necesidades (el “valor” es el reverso de la medalla de la “necesidad”, como dijo el antropólogo C. Kluckhohn). Lo que sucede es que cada individuo, grupo u organización suele conceder más peso a unos valores que a otros originando así las ideologías cuando estas opciones se estructuran con arraigo. Y por llevar el caso a lo político, véase como el régimen llamado “Comunista” acentúa mas los valores de “Justicia Distributiva” y “Seguridad” que los de “Riqueza Material” y “Libertad”, mientras que el llamado “Capitalismo” hace exactamente lo contrario: prefiere los valores de “Libertad” y “Riqueza Material” a los de “Justicia Distributiva” y “Seguridad”; resultando los restantes cinco valores bastante menos significativos para diferenciar ambos regímenes. ¿Cual de los dos sistemas políticos es mejor o menos malo?.El que empíricamente alcance un promedio superior entre los nueve valores universales al tiempo que un menor desequilibrio (desviación media) entre sus niveles una vez estandarizados, y esto y no otra cosa sería una noción de “desarrollo” más rigurosamente definida. Manera cuantitativa de análisis que dulcificaría al menos la típica conflictividad que ha ocasionado su gran enfrentamiento histórico.

Y lo que queda por aceptar es que los nueve valores representan un todo sistémico interrelacionado a través de una dialéctica normalmente positiva (a mayor nivel en un valor, mayor nivel en los demás) y excepcionalmente negativa como sucede entre los valores de “Libertad” y “Justicia Distributiva” (a mayor nivel de uno, menor del otro), y cuyo paradigma lo representa el fondo del mar donde la “libertad” es máxima (los peces se mueven a su antojo) mientras que la “Justicia Distributiva” es mínima (el pez grande se como al chico). Inevitable consecuencia ésta que haría retroceder un tanto al propio Adam Smith al constatar, primero que no todo es sólo crecimiento económico; y segundo, que el resto de los valores pueden resultar previos y necesarios para aumentar la riqueza material, como sucede cuando esto no es posible sin una buena salud, sin un respeto ecológico mínimo o sin un desarrollo previo de dos de los valores más olvidados del patrón (“calidad de las actividades” –léase p.e., el paro- y “Prestigio moral”, p.e. el fraude fiscal), razón por la cual nos vemos obligados a inventarnos teorías como la de Responsabilidad Social Corporativa. De manera que conviene dejar claro que lo que nos interesa definitivamente es el concepto de “desarrollo” y que el valor “Riqueza Material” o nivel económico alcanzado, es solo una de las nueve dimensiones que lo compondrían. De ahí la necesidad de la permanente y dinámica re-equilibración más adaptativa e inteligente de todos los valores.

Y solo si somos conscientes de esta dialéctica sistémica conseguiremos una vida colectiva más desarrollada, y el ejemplo que nos proporcionan los países escandinavos (reequilibrando y horizontalizando políticamente los valores de “Libertad” y “Justicia Distributiva” y por ende los de “Riqueza Material” y “Seguridad” ) es quizás el espejo donde deberíamos mirarnos. Y es que muchas veces no hay nada más inteligente que seguir las mejores brechas.

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